28.3.08

Pasado.

El anciano simula escuchar todo, sentado en la cabecera de la mesa, con su familia.
No quiere decir que no puede oír todo, a causa de su avanzada edad, porque le obligarían a ponerse este aparatejo en la oreja que él tanto detesta.
Sonríe, simulando, pero está un poco aburrido.

En eso llega la joven, tomando el lugar vacío a su lado, del cual acababa de retirarse su -también- anciana esposa.
La joven tiene la mirada embargada en sentimientos, él puede verlos casi como si ella los tuviera escritos en un papel ante su vista; pero también ve lo mucho que se empeña por ocultarlos.

Ella piensa que él se va a morir pronto, y siente pena.

El anciano, sonriente, le pregunta trivialidades.
-Y digame, m'hija, ¿tiene un muchacho usted por ahí?
-No, tío. Lamentablemente no.
Y se ríen.
-El colegio, ¿cómo anda ese colegio?
-Bien, siempre bien-responde la joven con sonrisa triunfal.

Silencio entre ellos.
Barullo en la larga mesa familiar que sigue charlando.
Ella no se anima a preguntar.

-Yo de pensar todo bien, en lo que tengo problemas es en el corazón.
-¡Ah! mire usted -dice, pícaro- yo tengo pastillas para eso si quiere.
Jajajajajaja.
Risas, risas, risas.
De ambos.

La joven se envalentona, se acerca al oído del anciano y le pregunta -sin querer- tan despacito que tiene que repetirle la pregunta.
-Tío, ¿cómo conociste a la tía?

El viejo comprende que esa es la gran pregunta que ella quería hacer desde hacía tiempo.
La mira, y otra vez puede ver sus sentimientos como si ella fuera transparente.

"Con el 19.

Un día, en un festival.
Toda la tarde había llovido, y yo rogaba porque no lloviera a la noche.
Gracias al cielo, no llovió.
Entonces fuimos al festival con mi grupito de amigos.
Y había una rifa.
Fui a comprar números, obviamente.
La tía estaba ahí, vendiendo.
Y compré el 19.
No va que giran la ruleta, y gana el 19.
Me dieron el premio, y la tía me decía "compre otro", así que volví a comprar el 19.
Y giran la ruleta... y no va que vuelve a frenar en el 19.
Me dan otro premio y entonces compré otro número, el 19 ¡obvio!
Y frena, frena.. ¡y se queda parada en el clavito 19!
Jajajaja
Así que fui a retirar mi premio nomás, y se lo di a la chica que me había vendido los números (la tía)."

-Ahh...

Se acerca la esposa del alegre anciano.
-¿No' cierto que te conquisté con el 19?
-¡Ay, pero no cuentes eso!
Risas del anciano y la joven.
La esposa agacha la cabeza, y admite que fue así.
Levanta un plato de la mesa y se retira.

La joven se queda pensando, y en eso el tío le susurra en el oído:
-Pero, lo que ella no sabía en ese entonces es que mientras caminaba por el festival, yo vi que la ruleta tenía un clavo un poquiiiiito más salido: el del 19.
Entonces cada vez que giraban la ruleta, se detenía en el 19.


Se miran.
Y empiezan a reírse.


(Al siguiente año habían arreglado la ruleta)




"-La gente pregunta sobre esas cosas porque les gusta saber del pasado, los cuentos, las historias de antes. ¿Usted por qué preguntó?
-Porque me gustan los cuentos de antes."

27.3.08

Ay.

Ay, es increible, pero él se descubre queriendote.

Y puedo ver, es muy evidente pequeña, que la respuesta que llevas en vos, no es positiva.

Ay, es increíble, pero vos te descubrís queriendole.

Y puedo sentir, aunque quieras ocultarlo, que la respuesta que llevas en vos, te disgusta.

Ay, es increíble, pero ellos se descubren, queriendo persuadirte de algo que no es.

Y cada día que pasa, vos te lo creés.

Qué tonto que sos, chiquito, ¿no sabés que alguien te domina?

Ay, es increíble, pero no importa si querés algo o no, porque quien te controla
piensa mucho, y sabe que eso no es bueno.

Lo siento por vos, lo siento por él, por ella, por mí.

Pero las cosas deben ser..
como deben ser.

Tomando la posición de alguien que conozco, y que quiero mucho, auqneu sé que es tonta, te tomo y te guardo en un lugar lejos lejos lejos, simulando tirarte a la basura.

Perdoname pequeño.
Es mejor así.

17.3.08

Certezas.

Cuando él habla, sus palabras suenan en mis oídos, aunque la distancia no me deja oír su voz.
El eco me transmite una idea general.

Que hay algo que sencillamente aún no puedo lograr.
Y aunque no quiera admitirlo, eso es: madurar.

Aún así hay cosas que el eco transmite -de esa voz que tan lejos de mí parece estar- y es así como me entero, de que hay certezas en mi vida que ya no puedo cambiar.

Y a medida que el tiempo se escurre entre mis manos, aunque sea poca la arena que cae de ellas, ese montículo que pierdo, hace que me percate del resto del montículo que queda por caer.

Es así como reafirmo las verdades que el eco, de voz tan lejana, me dice con frecuencia; aunque yo intento no escucharlas.

Es así como reafirmo las verdades que yo me digo con frecuencia, aunque mi eco intenta disiparlas.

Algunas certezas llevo en mi canasta.

16.3.08

Dudas

Vos sos Aire.
Pero te dan un empujoncito y ya te crees Viento.
El problema es para dónde va el empujoncito.
Si ese camino por el cual te estás dejando arrastrar es el que "debería ser", el que te gusta, o el que te conviene.
Vos no sabés qué hacer.
Y empiezan las dudas.

Porque te sabés Aire.
Pero empezás a pensar que podrías ser Viento.

Pero, Viento mío, ¿hacia dónde soplás?

El empujón fue hacia el Sur.
¿Y ahora me estoy dejando llevar?

Yo sé que el Sur es lindo y simpático lugar, pero no es lo que "debería ser", está muy lejos.
Y sé también que nunca antes había pensado en el Sur como en una posibilidad, como en un lugar
posible al cual llegar, al cual viajar, al cual conocer y/o visitar.

Entonces, si antes estaba bien donde estaba, siendo Aire y quietito en mi lugar...
¿Por qué ahora surgen las dudas sobre mi estabilidad ?

Viento, dejá de soplar.
Me gusta ser Aire, tranquilo y estable.

Sin dudas.
Sin empujones.

Si no, que venga otro y me empuje hacia otro lugar, porque -¿lamentablemente?- el Sur no es para mí.

9.3.08

9/3/2008

Y corría, con el rostro empapado y los ojos anegados en lágrimas, buscando un lugar donde poder estar sola, con su tristeza, con su bronca.

Un lugar donde poder mostrar debilidad sin que nadie la viera frágil y casi rota.
Un lugar donde se pusiera a pensar en el tiempo, en las cosas que cambian, en cómo se puede arruinar tan fácilmente la calma y la felicidad.
Un lugar donde poder sentir pena, casi lástima por el otro, que nunca entendía nada, que jamás
encontraba la manera correcta de expresarse.

¡Y pensar que ella lo quiere tanto!
¡Y pensar que habían estado tan bien!

Pero él lo había destruido en segundos.
Por ignorante, o por ese afán tan suyo de querer demostrar ese autoritarismo que hace que se sienta superior. Por llegar a pensar que el puente se hace de recursos violentos y no de palabras.

Ahora ella se compadecía de él.


Tonta. Compadecete de vos, que aunque haya otros que pasan por cosas peores, tu vida la vivís vos.

Y las lágrimas caen, aunque no tiene dónde llorar.

La nena solloza enfrente de su mamá.
Sabe que no tiene que ser dura porque el viento constante erosiona sus rasgos y sentimientos; pero ser flexible ante el viento le resulta tan difícil...

Escondé, escondé lo que sentís.
Sonreí, sonreí para fingir.

Pretendé, actuá, no te desarmes frente a otros.

No hay necesidad de preocupar, si estás entera.
Tu mente es más fuerte. Aunque no tengas por qué pasar por esto, no hay necesidad de preocupar, pequeña.

Y corría, con el rostro empapado y los ojos anegados en lágrimas, buscando un lugar donde poder llorar sola....un ratito.